Christopher Rivas, secretario general de Andalucía por Sí, ha presentado una moción en la Asamblea Libre Europea para abrir un debate inédito: el reconocimiento de la diversidad lingüística andaluza como parte del patrimonio cultural inmaterial de Europa.
La propuesta, respaldada por diversas organizaciones sociales, culturales y políticas del ámbito europeo, solicita que el habla andaluza sea incluida en los programas culturales, educativos, artísticos y digitales impulsados por la Unión Europea. La moción defiende el derecho del pueblo andaluz a que su forma de hablar —con siglos de historia y una identidad propia reconocida incluso fuera de las fronteras del Estado español— sea protegida, visibilizada y dignificada.
Contra el estigma: el andaluz como valor
Desde Andalucía por Sí denuncian que el habla andaluza ha sido históricamente estigmatizada, caricaturizada y marginada tanto en los medios como en los espacios educativos o institucionales. La moción plantea un giro: convertir esa marginación en impulso, y esa diversidad en un valor cultural compartido.
«No pedimos privilegios, pedimos respeto. El respeto que se le debe a una lengua viva, rica y popular, que es raíz y futuro de nuestra gente», declaró Rivas tras la votación.
El secretario general andalucista subrayó también la dimensión transnacional del habla andaluza: su influencia directa en la conformación del español hablado en América Latina, donde numerosos rasgos fonéticos, léxicos y gramaticales se remontan a las migraciones andaluzas de época colonial.
«El habla andaluza no es un defecto ni una caricatura. Es identidad e historia viva, y herencia común de millones de personas en el mundo», añadió.
Un paso hacia el reconocimiento europeo
La moción sitúa a Andalucía en una nueva etapa de reivindicación lingüística dentro del marco europeo, donde otras lenguas y hablas regionales —como el occitano, el frisón o el gallego— ya cuentan con diferentes grados de protección, promoción y reconocimiento.
Andalucía por Sí espera que esta iniciativa sirva para que las instituciones europeas reconozcan la pluralidad interna del español y entiendan que las lenguas no son solo normas gramaticales, sino también formas de sentir, de habitar el mundo y de construir comunidad.