Un nuevo enfoque terapéutico podría marcar un antes y un después en el tratamiento del cáncer de mama hereditario en estadios tempranos. Así lo indican los resultados del ensayo clínico Partner, liderado por el Hospital Addenbrooke —integrado en el Cambridge University Hospitals NHS Foundation Trust— y la Universidad de Cambridge, que ha logrado una tasa de supervivencia del 100 % a los tres años entre las pacientes tratadas con una innovadora combinación de quimioterapia y olaparib, un fármaco dirigido contra el cáncer.
Los resultados, publicados en la revista Nature Communications, apuntan a una mejora significativa respecto al tratamiento convencional, especialmente en mujeres con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, asociadas a formas particularmente agresivas de cáncer de mama. Estas mutaciones, que saltaron a la opinión pública tras la decisión de la actriz Angelina Jolie de someterse a una mastectomía preventiva en 2013, elevan considerablemente el riesgo de desarrollar tumores a edades tempranas.
Un giro en el protocolo: el papel de la secuenciación y el intervalo
El ensayo ha introducido dos elementos clave que marcan la diferencia con el enfoque habitual: la administración preoperatoria de olaparib tras una ronda de quimioterapia, y un intervalo de 48 horas entre ambos tratamientos. Esta ventana de tiempo permite a la médula ósea recuperarse parcialmente del daño quimioterápico sin que las células tumorales escapen al efecto del fármaco. La estrategia busca potenciar la eficacia del tratamiento sin aumentar la toxicidad.
De las 39 pacientes tratadas con esta secuencia, solo una experimentó una recaída en los tres años posteriores a la cirugía, y todas sobrevivieron. En contraste, entre las 45 pacientes del grupo de control —que recibieron únicamente quimioterapia previa a la intervención quirúrgica—, nueve sufrieron recaídas y seis fallecieron, lo que arroja una tasa de supervivencia del 88 %.
Una conversación casual que salvó vidas
El hallazgo del intervalo óptimo entre tratamientos fue fruto, según explica el profesor Jean Abraham, de una «conversación casual» con el investigador Mark O’Connor, científico jefe de I+D en Oncología Temprana de AstraZeneca. A partir de esta intuición, el equipo empleó células madre de médula ósea para determinar la mejor pauta combinada.
Abraham, que dirige el estudio desde Addenbrooke y es también profesor de Medicina de Precisión del Cáncer de Mama en la Universidad de Cambridge, afirma: «Es inusual obtener una tasa de supervivencia del 100 % en un estudio como este, y más aún en cánceres tan agresivos. Estamos entusiasmados con el potencial de este nuevo enfoque, que podría cambiar el tratamiento de las pacientes con mutaciones BRCA1 y BRCA2».
Implicaciones clínicas y económicas
Además del impacto clínico, el estudio podría tener repercusiones económicas importantes para el sistema público británico (NHS). Actualmente, olaparib se administra tras la cirugía durante doce meses; sin embargo, en este ensayo, las pacientes lo tomaron antes de la operación durante solo doce semanas, lo que abre la puerta a un ahorro sustancial de costes si la eficacia se mantiene en futuros estudios.
El enfoque también podría extenderse a otros cánceres vinculados a mutaciones BRCA, como los de ovario, páncreas y próstata, donde este tipo de terapias dirigidas también han mostrado potencial.
Prudencia científica y esperanza realista
Mark O’Connor ha subrayado la importancia de validar los hallazgos en estudios más amplios: «El ensayo Partner demuestra el poder de la ciencia innovadora y de detectar el cáncer en fases tempranas. Si bien aún es pronto, los resultados tienen el potencial de transformar el tratamiento de pacientes con necesidades clínicas no cubiertas».
Los investigadores insisten en que es necesario mantener la cautela. A pesar de los resultados extraordinarios, el estudio tuvo un tamaño de muestra limitado y se centró en un subtipo genético muy específico. Aun así, aporta esperanza y abre nuevas vías hacia un tratamiento más eficaz, seguro y personalizado.