El ingeniero en Electrónica y catedrático de Teoría de la Señal y de las Comunicaciones de la Universidad de Málaga, Andrés Ortiz, y el ingeniero de Telecomunicación y doctor en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universidad de Granada, Francisco Jesús Martínez, han señalado que «el interés por la inteligencia artificial es general, en parte también por el desconocimiento».
«La gente habla mucho de ella, pero no sabe lo que es ni en qué se basa. Se ha convertido en un término de marketing», afirmaron en Baeza, donde dirigen el curso Fundamentos de Inteligencia Artificial: modelos generativos y aplicaciones avanzadas, en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en su Sede Antonio Machado.
Ortiz explicó que esta es ya la quinta edición del curso, planteado como una introducción a la inteligencia artificial pero con un objetivo claro: «Que no fuera otro más de los muchísimos que hay sobre el mismo tema. Queríamos que fuera algo diferente, darle un toque técnico con ponentes especialistas».
El propósito, dicen, es que el alumnado entienda las bases y los mecanismos internos de las herramientas que ya están usando: «Es la mejor forma de saber usar las cosas. Si sabes lo que hay por debajo, puedes entender el porqué de una respuesta que te da, por ejemplo, ChatGPT o cualquier otro sistema de esta tipología», subrayó Ortiz.
Martínez recordó que la idea del curso, desde sus inicios, fue «hacer el curso al que nos gustaría ir». «Que no nos hablen de cosas que ya sabemos, sino de lo que desconocemos, pero nos interesa», añadió.
Ambos eligieron Baeza «conscientemente», no solo porque residen en Jaén, sino también porque, como destacaron, «Jaén es la gran olvidada de Andalucía en muchos temas, especialmente en los académicos».
En esta edición, el perfil del alumnado ha sido más variado que en años anteriores. «Antes solían venir estudiantes de Matemáticas, Física o Ingeniería Informática, pero ahora nos hemos sorprendido: hay gente de muchos sectores y edades», señaló Martínez.
Aunque recomiendan tener nociones básicas de programación, insisten en que el curso está diseñado para que cualquiera pueda aprovecharlo: «Siempre nos hemos preocupado de que fuera un curso del que se aprendiera algo, tengas más o menos nivel. Intentamos que los fundamentos —la base— sí que se entiendan», apuntaron.
El enfoque es eminentemente práctico. «Estos cursos ayudan a comprender cómo funcionan las cosas y a no creernos lo que nos suelte un modelo de lenguaje, a no perder el pensamiento crítico», advirtió Ortiz. Recordó que existen sesgos que «se cuelan entre las respuestas» y que muchas veces mezclan información errónea con verdadera.
Ambos destacaron la rapidez con la que ha avanzado esta tecnología y coincidieron en que «nos tenemos que hacer a ella». Martínez matizó: «La sociedad no está preparada. Los modelos han sido entrenados para imitar el lenguaje humano, la fotografía, la visión, la pintura… Nos ha sorprendido tanto que nos hemos dejado llevar por el deslumbramiento. Como la gente ya no se cuestiona lo que ve, la sociedad no está preparada».
En este sentido, los directores fueron tajantes: «La inteligencia artificial es una herramienta capaz de imitar, pero no deja de ser un loro, un cuñado. Sabe expresarse y hablar, pero no necesariamente sabe lo que está diciendo. No tiene conciencia».
Ortiz fue más allá: «La inteligencia artificial va a acabar con la mediocridad, ya que, si no sé hacer algo, la IA lo hará por mí. El problema es que los modelos están aprendiendo de lo que generan los propios modelos y, al final, puede producirse un estancamiento del conocimiento y un crecimiento exponencial de los sesgos, que acabará en respuestas completamente erróneas».
A propósito de ello, recordó la broma de un amigo: «La inteligencia artificial nunca superará a un ser humano, porque la estupidez humana es imposible de replicar, igual que la voluntad».
Andrés Ortiz aparece en un informe elaborado por la Universidad de Stanford en 2022, que lo sitúa entre el dos por ciento de los investigadores más influyentes del mundo. «A todo el mundo le gusta que le reconozcan el trabajo, pero para mí es más satisfactorio ver cómo mis doctorados avanzan. Un ranking no condiciona nada», afirmó.
Por su parte, Francisco Jesús Martínez se ha hecho un nombre en la divulgación científica y llegó incluso a participar en el programa de televisión Got Talent en 2021. «Hay un porcentaje de la población que no tiene un interés nato por la ciencia y al que normalmente no se llega. Llevar a un programa de televisión un contenido científico aderezado con entretenimiento permite picar la curiosidad de ese sector», explicó.
En la primera gala alcanzaron una audiencia de dos millones de espectadores. «Con que de esos dos millones se interesaran veinte por la tabla periódica, ya me doy por satisfecho», reconoció Martínez.
El éxito llegó acompañado del inesperado «botón de oro». «No nos lo esperábamos. Nuestra meta era que nos dejaran acabar la canción entera. Quería divulgar ciencia cantando, con humor, pero en serio. Creo que aprovecharon el botón de oro no para nosotros, sino para reconocer a la ciencia en ese momento», concluyó.