Dinamismo económico pero sin reglas:
Zeinddin destaca un sorprendente dinamismo comercial en los campamentos: tiendas, almacenes y actividades comerciales están en auge, con grandes cantidades de mercancías que también se dirigen a Mauritania. Sin embargo, este desarrollo conlleva un problema estructural: casi ninguna empresa paga los impuestos que debe pagar al Estado saharaui.
Según el periodista, esta brecha representa un grave obstáculo para la autonomía económica y la sostenibilidad de los servicios públicos. Los ingresos fiscales son esenciales para garantizar la electricidad, la seguridad, la sanidad y la educación, así como salarios adecuados para policías, docentes y médicos, pilares fundamentales de cualquier sociedad.
La propuesta: Un sistema tributario justo y transparente:
En su visita al mercado de Aaiun, Zeinddin observó un volumen comercial que alcanzaba millones de dólares, señal de un enorme potencial sin explotar. De ahí su propuesta: establecer un sistema tributario justo y transparente, en el que cada empresa pagara un impuesto mensual.
El modelo debería ser gestionado por un comité nacional independiente, encargado de garantizar la honestidad y la equidad en el uso de los fondos. La tributación debería involucrar a todos los sectores económicos, incluyendo:
- Tiendas y mercados en los campos;
- Servicios de transporte interno y externo;
- Sector combustibles, para evitar monopolios;
- Importaciones de automóviles y repuestos, sujetas al pago de derechos e impuestos regulados.
Los impuestos como herramienta para el progreso:
Para Zeinddin, los impuestos no deben percibirse como una carga, sino como una inversión colectiva en el futuro. Solo mediante un sistema tributario estructurado será posible financiar proyectos de desarrollo, fortalecer la infraestructura y garantizar servicios esenciales a toda la comunidad.
El comercio, de fenómeno espontáneo y no regulado, podría así transformarse en un recurso estratégico para todo el pueblo saharaui, haciendo de cada ciudadano partícipe de la responsabilidad y del progreso.
Una economía más robusta y autónoma, concluye Zeinddin, no es una utopía: es una necesidad que requiere justicia fiscal, transparencia y participación colectiva.