El Ayuntamiento de Guillena ha dicho basta. Basta a un modelo energético que convierte a los pueblos en campos de extracción mientras las grandes ciudades y las eléctricas se reparten el pastel. Lo ha hecho con una moción presentada por el Grupo Municipal de Izquierda Unida-Podemos que fue aprobada por unanimidad en el Pleno: todos los grupos políticos, sin excepciones, votaron a favor. El texto, impulsado y defendido por la parte morada de la confluencia, fue recibido y asumido por las diferentes sensibilidades.
¿Y qué propone exactamente esta moción? Pues algo tan lógico como necesario: que si un municipio produce energía, pueda beneficiarse de ello. Nada de regalar el sol y el viento a cambio de promesas vacías. El texto plantea tres claves para que la transición energética deje de ser un eslogan y empiece a ser justa de verdad:
- Rebajar en al menos un 30 % la factura de la luz a quienes viven en zonas donde se instalan plantas solares o parques eólicos.
- Impulsar comunidades energéticas locales que fomenten el autoconsumo y refuercen la economía del entorno.
- Reclamar justicia territorial: si la energía se produce aquí, los beneficios no pueden irse todos fuera.
Emilio Salguero, portavoz de Podemos Guillena, lo resumía con claridad: «Esto va de que la transición no la paguemos los de siempre. Es un paso firme hacia un modelo energético que ponga en el centro a la gente y al territorio».
Pero la moción no se queda en buenas intenciones. Insta directamente al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía a mojarse: a establecer medidas fiscales como un canon energético, incentivos al consumo local y todo lo necesario para que los pueblos productores no sean, otra vez, los grandes olvidados.
Además, plantea la participación de Guillena en la comunidad energética «Toda Sevilla», una iniciativa colectiva surgida en la Vega que busca unir esfuerzos para que la energía sea un derecho compartido y no un lujo de mercado.
Con esta decisión, Guillena no inventa la rueda, pero sí la hace girar más rápido. Se suma a municipios, que ya avanzaron por esta vía de adhesión y, además, lanza un mensaje claro: la transición energética no puede ser una nueva forma de expolio.
Porque cuando hablamos de renovables, no basta con cambiar de fuente: hay que cambiar de lógica. Y Guillena acaba de dar un paso en esa dirección.