Miles de personas se han movilizado en las últimas semanas en distintas provincias andaluzas para exigir una sanidad pública de calidad. Las protestas, convocadas por plataformas vecinales, sindicatos sanitarios y colectivos ciudadanos, han vuelto a poner el foco sobre el deterioro progresivo del sistema sanitario andaluz, especialmente en lo que respecta a la atención primaria.
En paralelo, el Gobierno de Juanma Moreno ha anunciado en el Parlamento una batería de medidas que califica de «históricas» para reforzar el sistema público, aunque sin concretar fechas ni partidas presupuestarias. La oposición ha criticado duramente estos anuncios, tachándolos de «propaganda vacía» y «cortina de humo» ante una situación que califican de colapso.
Los centros de salud afrontan una saturación crónica: escasez de médicos, citas con semanas de demora, turnos sin cubrir y profesionales agotados. A esto se suma el cierre temporal o parcial de consultorios en zonas rurales, lo que profundiza aún más la brecha territorial en el acceso a la atención médica.
«No hay pediatras, no hay sustituciones, no hay atención domiciliaria. Lo que hay es desidia y abandono», resumía una enfermera en la concentración de Córdoba. La situación se repite en Málaga, Sevilla, Jaén y otras provincias donde la ciudadanía ha salido a la calle con pancartas y cacerolas.
Desde el Sindicato Médico Andaluz denuncian que la fuga de profesionales hacia otras comunidades o hacia la sanidad privada se ha acelerado. Los contratos precarios, la sobrecarga asistencial y la falta de incentivos están minando el sistema desde dentro. «La gente se marcha, y con razón», afirman.
El Ejecutivo andaluz defiende que ha incrementado el presupuesto sanitario y que la situación es «compleja pero en vías de solución». Sin embargo, los datos oficiales muestran que, pese al aumento nominal, el gasto por habitante sigue por debajo de la media estatal y muy lejos de las comunidades punteras.
La atención primaria, que debería ser el pilar de la sanidad pública, se ha convertido en su eslabón más débil. La falta de planificación a largo plazo y la apuesta encubierta por la externalización de servicios están alimentando la privatización silenciosa del sistema.
La calle ha vuelto a hablar. Ahora le toca a la política demostrar si escucha o sigue recetando marketing donde hacen falta médicos.