Son las 10:30 de la mañana y el calor ya es insoportable: 32 grados en Los Grillos, a trece kilómetros del núcleo urbano de Níjar. Aquí no hay tiendas, ni colegios, ni centro de salud. Ni siquiera se parece a una barriada. Es un polígono industrial con unas pocas naves dispersas. Entre dos de ellas se levanta una construcción gris, rodeada de alambradas y cámaras de seguridad. La primera impresión es brutal: parece un campo de concentración en miniatura.
Aquí nos esperan Josemi y Miquel, de la Asociación Derecho a Techo. Ellos conocen bien la historia de estas 63 viviendas que iban a ser para los trabajadores migrantes que sostienen la llamada Huerta de Europa. Personas que, expulsadas de los asentamientos, siguen sin techo mientras las casas permanecen cerradas desde hace más de tres años.
La pregunta es inevitable: ¿por qué siguen vacías?

TP- La primera pregunta que se nos viene a la cabeza es: ¿por qué aún no se han entregado estas viviendas?
Josemi: Las viviendas no se han dado todavía, porque después de 3-4 años, de dos administraciones, una del PSOE, otra del PP, se han ido pasando la pelota, no la han terminado. Parece ser que ahora, hoy, a finales de julio del 2025, dicen que van a empezar a usarlas, o tienen previsto empezar a usarlas.
Este proyecto nació con la administración anterior del PSOE como unas viviendas transitorias, no definitivas, para los trabajadores agrícolas.
Josemi también nos quiere dejar claro:
La problemática real que vive la comarca de Níjar, o el campo en general de Almería, es que necesita viviendas no transitorias, sino una vivienda estable para todos los trabajadores que hay aquí. Y esta solución, aparte de que es escasa, no soluciona ninguno de los problemas. Y el ayuntamiento de Níjar ha recibido innumerables aportaciones económicas de la Unión Europea y de la Junta Andalucía, que ellos dicen que la han invertido aquí, pero que era para hacer más viviendas.
Y en torno aproximadamente a unos 3 o 4 millones de euros se han perdido, no se sabe dónde están, entre comillas, que dicen que se han gastado en viviendas, cuando la subvención original de estas viviendas que estamos aquí en Los Grillos era de 700.000 euros.
TP- ¿Cuántas viviendas son en total?
63 viviendas. 700.000 euros. Y han terminado por más de un millón de euros.
Josemi: Por más de 3 millones en subvenciones europeas. Y otras de la Junta Andalucía.
Y la palabra que no se nos olvide que son transitorias, que es de paso, es decir, que no van a estar viviendo toda la campaña mientras que ellos quieran.
Miquel: Estas viviendas se aprobó por la Comunidad Europea de que eran bajo nómina.
O sea, campesinos trabajados desde el campo que vienen aquí y están temporalmente haciendo una temporada. Pero aquí, y pagan por la nómina obligatoriamente. O sea, que no afectaban a la gente real del campo que hay en Níjar en este momento.
Lo que pasa es que el Ayuntamiento lo vendió como eso. Como afectaba a todos, que lo iba a integrar, que iba a meter hace dos años la gente del wualili, cuando los expulsó y derrumbó el asentamiento. Han hecho diferentes ventas que no son reales.
Y la otra realidad es que tampoco quieren ponerlas en marcha. Porque con la urgencia que hay, resulta que se lo toman con una calma que no nos creemos que nunca se pongan en marcha.
TP- ¿En el Walili cuántas familias había viviendo?
Miquel: En el Walili había de 500, depende de la época porque mucha gente iba a trabajar a Murcia y otros sitios. Era realmente un pueblo que tenía su mercado, tenía incluso varios comercios o la mezquita, era el más antiguo. Era prácticamente como un pequeño pueblo, con un acordeón que se abría y en el sentido normal unas 500 personas podían estar normalmente.
TP- ¿Entonces el total de las viviendas que se han hecho son éstas?
Josemi: Nada más. Y ahora tenemos en cuenta que todavía quedan más asentamientos pequeñitos y luego queda uno muy grande, que es el de Atochares. Que siguen sin dar solución, ni a los asentamientos pequeñitos, que recordemos, son personas trabajadoras del campo, ni a las personas que están viviendo en los asentamientos de Atochares, que el número es grande, que también va variando según la época del año. Que son personas trabajadoras del campo, que ellos lo que quieren no es una casa gratis, es una casa que puedan pagar para vivir todo el año mientras trabajan. Pagar y vivir de una manera digna.
Miquel: Uno de los problemas que hay aquí en Níjar es que el trabajador del campo ya no es temporal. Son 10 meses y medio de trabajo en la gran mayoría de sitios, los que están trabajando 10 meses y medio, o incluso estando fijo, y uno y medio que no trabajan porque es cuando hacen las cosas de la tierra y todo lo demás. Entonces ya no hay trabajo temporal, sino es todo el año, porque es industria bio, que se llama, con tecnología la industria. Y entonces lo que hace falta es una vivienda fija, porque la gente ya, unos se quedan y otros traen sus familias, pero es un trabajo fijo y industrial.
Y lo mismo pasa con las manipuladoras: hay algunas que no bajan de los 500 empleadas. Es que es una gran industria, es algo barbaro.
TP- ¿Y qué ha pasado con las personas que vivían en los asentamientos que se han destruido? ¿Dónde están?
Josemi: Pues algunos se han hecho pequeños, han vuelto a hacer otros asentamientos pequeños en otros sitios. El ayuntamiento de esos asentamientos, una vez que se han enterado que estaban construidos, lo ha derribado y vuelven a hacer otros asentamientos en otros sitios. Hay derribos continuos.
Miquel: En estos momentos contabilizados hay unos 62 pequeños asentamientos.
TP- ¿62 pequeños asentamientos?
Miquel: Eso me han dicho a mí, oficialmente. Yo creo que más. Y luego, por algunos trabajadores que veo, se ve que el patrón les deja algún lugar con plásticos y todo lo demás que hacen algo de techado, donde dormir. Pero también es un problema porque a veces se van a la calle y entonces con eso también les va el lugar donde estaban durmiendo.

TP- En cuanto que los despiden, también pierden e incluso la chabola que tienen.
Miquel: Claro, claro, claro. Eso es todo un problema. Y luego todos los parkings de por aquí, sobre todo de San Isidro y eso, están llenos de emigrantes en este momento. Ponen camas debajo y ahí duermes. Que dentro de lo que cabe, de lo que está mejor, porque tienen una ducha, tienen un baño, tienen una cosa más en condiciones, dentro de lo que cabe. Pero claro, también hay un abuso. Hay un abuso porque entonces se les cobra un precio desorbitado por estar ahí. Les cobran por estar empadronados. Que luego resulta que no a todos porque no pueden pasar de un máximo de gente para que no se vea.
Y es decir, crea otras fórmulas de corrupción, de negocio con los emigrantes. Pero bueno, claro, aquí resulta que los invernaderos están aumentando.
TP- O sea, la mano de obra tiene que aumentar también.
Miquel: Claro, claro, claro. Es que aquí está aumentando la mano de obra. Y entonces, yo no sé, en vez de hacer aquí un municipio verde, con un parque natural y todo bonito, y que se pueda exportar y que sea una visión, con la mentalidad que hay aquí se ha cogido la otra.
Tiene su porqué. Pues todo tiene su explicación. Y es que aquí, la mitad de los invernaderos son legales y la otra mitad son ilegales. Es decir, no tienen el permiso de inicio de aquello. Entonces, ¿qué ocurre? Le interesa mano de obra que no sea legal.
Las viviendas están terminadas, con cocinas y muebles listos. Desde fuera se ve incluso una antena de televisión. Pero no se entregan.
La paradoja es insultante: 63 casas cerradas frente a entre 3.000 y 4.000 personas malviviendo en chabolas, infraviviendas y parkings improvisados. Jornaleros y jornaleras que levantan con sus manos el campo almeriense, que trabajan casi todo el año, que pagan y sostienen la riqueza agrícola que llena los supermercados europeos.
Mientras tanto, el derecho elemental a un techo digno sigue siendo un espejismo en Níjar. Esta es la cara oculta de la llamada Huerta de Europa: riqueza para la exportación, miseria para quienes la hacen posible.