Se vuelve a hablar de financiación autonómica, de un modelo singular para Cataluña. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha solicitado al Gobierno central una compensación de 1.731 millones de euros para paliar el déficit de financiación.
Para aclarar este encaje de bolillos entre el Estado, Andalucía y el resto de territorios, hablamos con el economista Giuseppe Quaresima.
Andalucía, agravio crónico… y contradicciones actuales
TuPeriódico (TPS) —¿Es cierto que Andalucía está mal financiada o forma parte de un relato de queja sin base real?
Giuseppe Quaresima (GQ) —Hay algo que nadie niega y nadie puede cuestionar: Andalucía, junto con la Comunidad Valenciana y Murcia, está entre las comunidades peor financiadas con el actual modelo.
El reparto no se hace sobre la población real, sino sobre una población ajustada según factores sociales y geográficos. Y es evidente que, con este sistema, Andalucía sale bastante mal parada.
Ahora bien, los gobiernos de derechas de Moreno Bonilla no han usado esa circunstancia para pelear, sino para instaurar un relato de agravio mientras reducían miles de millones de euros a los grandes patrimonios y rentas altas. La misma consejera de Hacienda —Carolina España— ha admitido que, gracias a sus recortes fiscales, los andaluces —léase los millonarios andaluces, en gran medida— se ahorran casi mil millones de euros. Dinero que no entra en las arcas públicas.
No se puede pedir con la izquierda y bajarle los impuestos a los ricos con la derecha. Este gobierno de la Junta tiene poca legitimidad para exigir nada.
Autonomía real: sin recursos, es papel mojado
TPS —¿Tiene sentido hablar de autonomía si no hay soberanía fiscal? ¿Es eso lo que distingue a un Estado federal de una descentralización de cartón piedra?
GQ —Solo hay autonomía real si existen los recursos suficientes para atender las necesidades que dan contenido a esas competencias. No basta con los enunciados.
Durante la época de Rajoy, el marco competencial era prácticamente el mismo que el actual, pero las comunidades autónomas no tenían capacidad de cumplir con sus obligaciones estatutarias por culpa de las reglas fiscales, del control asfixiante y de unas transferencias muy reducidas.
Es decir: cierto grado de autonomía fiscal es necesario.
Ahora bien, ni barra libre ni falta de solidaridad. Este principio va mucho más allá del espacio estatal; está incorporado incluso en ámbitos económicos y fiscales internacionales.
Cataluña como detonante, pero el problema es estructural
TPS —¿Lo de Cataluña es una excepción o un precedente que acabará extendiéndose al resto? ¿Estamos ante un modelo asimétrico o una nueva ronda de café para todos?
GQ —Esto no es nuevo. Determinados territorios exigen mayor autonomía, y eso acaba traduciéndose en el famoso «café para todos».
En el actual marco constitucional, el modelo debe aplicarse a las 15 comunidades de régimen común. Ya ocurrió con Aznar, que abrió la veda del reparto vertical de recursos con su pacto con Pujol, y también con Zapatero en la reforma anterior.
La clave está en cómo preservar el principio de solidaridad cuando gran parte de los ingresos se destinan automáticamente a las comunidades autónomas.
Las diferencias territoriales en renta, PIB per cápita y capacidad de gasto son muy grandes. Este no es un debate ocioso. La cuestión es qué papel juega el Gobierno central —o, más propiamente, la Administración General del Estado— para nivelar esas capacidades de gasto y cerrar una brecha que es odiosa y un auténtico lastre. Lo primero, en mi opinión, es ampliar la tarta para todos.
El sistema está tremendamente infrafinanciado. Y eso genera una pelea territorial que no es solo por oportunismo partidista, sino porque si hay poco que repartir, donde uno come bien, otro no puede comer.
Condonar deuda como justicia… no como privilegio
TPS —¿Tiene sentido hablar de condonación de deuda autonómica? ¿No es injusto premiar a quien se endeudó más?
GQ— El PP y Moreno Bonilla han despreciado el debate, pero para mí es clave para mejorar la capacidad inversora en sanidad, educación y dependencia.
Hay una parte importante de la deuda —en algunas comunidades, la mayor parte— que fue inducida por la falta de financiación suficiente del Gobierno central. No se trata de deuda ilegítima, sino de deuda provocada. Y se descargó sobre las autonomías, que son quienes tienen las verdaderas competencias sociales.
Condonar esa deuda es una forma de reparación. Es absurdo que en Andalucía la Junta ni siquiera lo valore.
Los ayuntamientos: los grandes olvidados
TPS —Se habla mucho de comunidades, pero ¿quién defiende a los municipios? ¿Vamos camino de una quiebra silenciosa del mundo local?
GQ —Hay estudios que demuestran que los ayuntamientos son las instituciones más castigadas a la hora de cubrir competencias y acceder a recursos. Es un escándalo que la reforma de la financiación no los tenga en cuenta. Solo se habló de ellos durante la ola municipalista tras el 15M.
Es aún más absurdo si tenemos en cuenta que, en el marco comunitario europeo, los ayuntamientos deberían ser el primer pilar institucional.
Se ha avanzado algo, sí. Pero hay muchos en situación de quiebra técnica permanente, con una riqueza concentrada en pocos territorios, vaciamiento del interior, y brechas norte-sur o centro-periferia.
Si no se garantizan mecanismos de compensación territorial a nivel municipal, tendremos un país de instituciones quebradas o a punto de quebrar. Y eso es también un riesgo democrático: la desafección institucional es abono para posiciones reaccionarias y antipolíticas.
Fiscalidad justa o derechos en juego
TPS —¿Puede existir una financiación suficiente sin una reforma fiscal profunda? ¿Quién paga la factura de los servicios públicos?
GQ —Sin una reforma fiscal progresiva, no hay forma de garantizar derechos básicos para toda la ciudadanía, viva donde viva.
Estamos hablando mucho de Cataluña, pero el número de multimillonarios no para de crecer en Madrid. Algunos territorios están actuando con deslealtad fiscal, y eso perjudica a las comunidades que sí apuestan por marcos tributarios más progresivos.
Se podría superar el problema del reparto si se garantizara una mayor presión fiscal sobre las rentas más altas.
No es de recibo que el 1 % más rico tribute menos, en términos efectivos, que el 99 % restante. Ese debería ser el debate de fondo sobre la financiación. Pero el PP no quiere oír hablar de insuficiencia general del sistema; prefiere señalar a los territorios donde no tiene rédito electoral.
Madrid: el agujero negro
TPS —¿El verdadero problema es Cataluña… o es Madrid? ¿Puede sobrevivir el sistema autonómico con una capital que actúa como paraíso fiscal interior?
GQ —Exacto. Para mí esto es clave. Si no se tolera un paraíso fiscal a nivel global, ¿cómo vamos a aceptarlo dentro del propio Estado y, además, en la capital?
En muchos estados federales, el efecto capitalidad —la capacidad de atracción de empresas, servicios y rentas altas— se compensa con un tratamiento fiscal específico.
Pero Madrid no es una capital cualquiera. Es una anomalía fiscal. Un agujero negro.
Moreno Bonilla debería enfadarse más por el dumping fiscal de Ayuso que por las concesiones a Cataluña. El daño estructural viene de ahí.
Evitar la competencia fiscal entre comunidades
TPS —¿Hay que blindar el sistema para evitar la guerra fiscal entre comunidades? ¿Madrid juega limpio o hace trampa?
GQ —Hablemos claro: si cada comunidad recauda lo suyo, el principio de solidaridad salta por los aires. Pero no olvidemos que la práctica totalidad de los ingresos autonómicos provienen de los impuestos.
El problema no es que haya más participación autonómica —el IRPF, el IVA o los impuestos especiales ya están bastante descentralizados—. El problema es cómo se garantiza la redistribución para que haya equidad entre territorios.
Una opción es establecer impuestos especiales a grandes empresas y patrimonios que gestione la Hacienda común para alimentar un fondo de nivelación.
Un niño en Jaén debe tener la misma educación que uno en Lleida. Si alguien enferma de cáncer en Linares, debe tener las mismas opciones de curarse que si lo hace en Barcelona. Y eso no será posible mientras haya distorsiones que concentren empresas, riqueza y oportunidades en unos pocos lugares.
El caso de Madrid es sangrante. Más peligroso para la caja común que el cupo vasco o la bilateralidad catalana.
¿Reforma de Estado o intercambio de favores?
TPS —¿Reformar el modelo de financiación depende de la aritmética del Congreso o de una visión de Estado que ya no existe?
GQ —No ayuda que determinadas reformas de Estado se empujen y se fuercen solo desde la aritmética parlamentaria en el Congreso, pero es vergonzoso que los instrumentos institucionales existentes estén siendo dinamitados por las derechas.
Por poner un ejemplo: Andalucía podría exigir una relación bilateral con el gobierno central mucho más prolífica en términos de recursos y competencias y ojo, no por capricho, sino porque así lo permite nuestro Estatuto.
Moreno Bonilla ha anulado por completo este canal de presión. La derecha españolista no entiende la autonomía en realidad, solo se aprovecha de la misma para hacer oposición política en clave estatal al gobierno y así es muy difícil. Por otro lado, reconozco que la coyuntura favorece este actitud.
Haciendas más integradas y cooperativas
TPS —¿Hace falta una nueva arquitectura fiscal? ¿Cómo se coordina una Agencia Tributaria común sin vaciar de competencias a las comunidades?
GQ —Sin duda. Hay que mejorar la cooperación y avanzar en confianza institucional en el ámbito fiscal.
No se trata de tener 15 haciendas desconectadas, sino de fortalecer las relaciones bilaterales y multilaterales entre ellas. Reformar la actual Agencia Tributaria en clave autonomista es una opción viable.
Estamos pidiendo más integración a nivel europeo, pero no somos capaces de encontrar un equilibrio interno entre lo estatal y lo autonómico en la recaudación o la lucha contra el fraude. Es surrealista.
Andalucía en Madrid… ¿o Andalucía desde Andalucía?
TPS —¿Hace más falta una fuerza andalucista fuerte en Madrid… o un gobierno andaluz con más coraje político?
GQ —Uno de los puntos fuertes de algunos territorios ha sido tener fuerzas nacionalistas (e independentistas) con peso real en Madrid.
Esto tiene raíces históricas complejas. Pero hoy ya vemos cómo muchas de esas fuerzas operan más en coordenadas sociales que exclusivamente territoriales: ERC, Bildu, el BNG…
La izquierda española debe reflexionar: ¿qué país de países queremos?
No es compatible defender una vocación federalista y, al mismo tiempo, imponer una gestión interna centralista. Hay que creérselo. No se puede pontificar en podcasts y luego negar autonomía a los territorios dentro del propio partido.
En cuanto a Andalucía, creo que sería mucho más útil un gobierno autonómico andalucista de verdad que tener uno o dos diputados más en Madrid.
Cierre editorial
Andalucía está mal financiada. Pero también está mal defendida.
Esta entrevista no es neutral. Forma parte de un proyecto editorial claro: el de una Andalucía que exige, que piensa, que propone.
Una Andalucía que no compite con nadie, pero que ya no acepta estar a la cola. Que entiende que la autonomía real solo existe con poder fiscal, con soberanía política y con autoestima colectiva.
Desde TuPeriódico estamos construyendo ese relato. Esta pieza es una más: una Andalucía que no pide permiso. Que se levanta. Y que se cuenta a sí misma.