Portugal y España han solido vivir de espaldas durante muchos años, ignorándose la una a la otra, estableciendo alianzas distintas y mirándose con recelo. Sin embargo, nos influimos más de lo que parece, y los ciclos suelen anunciarse primero en un país y luego llegar al país vecino. La Revolución de los Claveles (1974) derrumbó a la dictadura más longeva de Europa, y antecedió, influyendo en ella, al colapso de la Dictadura en España tras la muerte de Franco (1975) y el fracaso del gobierno de Arias Navarro (1976). En 2009 se disciplinó a Grecia, España y Portugal por su excesivo déficit, provocado por la crisis de 2008, lo que estuvo detrás de los estallidos sociales como la «Geração À Rasca» antecesor del 15M. Los dos países vieron surgir fuerzas antiausteridad, aunque con fortuna diferente, como fueron el Bloco y Podemos. Luego han visto surgir fuerzas de extrema derecha, acabando con la excepcionalidad ibérica, como han sido VOX y Chega.
En estas «vidas paralelas» nos deberían llevar a ver los últimos acontecimientos en Portugal con honda preocupación. Las fuerzas a la izquierda del PSP bloquearon el presupuesto, el PSP adelantó elecciones y acabó con el experimento exitoso de la jeringonza. La mayoría absoluta se le atragantó al Ejecutivo de Costas. Un caso de corrupción oscuro acabó con la dimisión del Presidente del gobierno y el Presidente de la República forzó elecciones, que ganó AD en minoría (centro-derecha), con una fuerte subida de la extrema derecha. El PSP dio un giro a la izquierda y ante el primer tropiezo por un caso de corrupción del Presidente Montenegro, favoreció su caída y se fue a elecciones anticipadas. El resultado de esta jugada desastrosa del PSP acabó con la siguiente carambola: La extrema derecha sube a 60 escaños, adelantando al PSP, a la izquierda del PSP se presentaron tres fuerzas obteniendo resultados calamitosos, AD ganó las elecciones. AD tiene su sueño dorado, un PSP capturado, y Chega como otro socio al que poder acudir en caso de no alcanzar un acuerdo con el PSP, y una izquierda alternativa fragmentada e impotente. La pregunta que nos tendríamos que hacer es si eran las últimas elecciones del ciclo conservador o el ciclo todavía no ha acabado.
En España tenemos una situación similar. Un gobierno progresista acosado por todos los frentes, con una parte de los poderes del Estado actuando contra él siguiendo la consigna de Aznar («el que pueda hacer que haga»), y una mayoría parlamentaria dependiente de fuerzas de derechas neoliberales, como JUNTS y CC. El gobierno anterior pudo avanzar más porque existía una mayoría progresista en el Congreso que ahora no existe. Ahora lo que hay es una mayoría plurinacional que sostiene al gobierno por rechazo a VOX. Al PSOE le ha salido un grupo de corruptos que hicieron de las suyas en torno al Ministerio de Transportes. Especialmente dañino para el Presidente ha sido que en el centro de la presunta trama esté Santos Cerdán, Secretario de Organización del PSOE, hombre de confianza, negociador con JUNTS y respetado por ellos. La situación es muy comprometida y el PSOE deberá de mostrar firmeza, realizar un giro a la legislatura y, más que probablemente, ir a una moción de confianza de incierto resultado.
España es de los pocos países de la UE con gobiernos progresistas, y de los pocos también que están planteando una postura firme con el genocidio en Gaza, o de enfrentamiento contra Donald Trump. La cumbre de la OTAN fue una gran farsa, EEUU simulaba que lograba una victoria imponiendo el 5% del PIB en gasto militar, y los países de la alianza simulaban que llegarían a ese gasto en 2029, Sánchez rompió ese esquema al negarse a pasar del 2,1% del PIB en defensa y dejó desnudos a los demás mandatarios europeos.
¿Qué ocurriría si cayese el gobierno de Sánchez? Podríamos acercarnos a una situación a la portuguesa. Un PSOE sin Sánchez girando hacia posiciones social-liberales capturado por el PP, VOX crecido, el PP jugando a la geometría variable con el PSOE y VOX, y una izquierda alternativa en mínimos y sin influencia ni posibilidades de reconciliación. Como personas progresistas y de izquierdas, solo nos quedaría organizar la resistencia a la espera de un ciclo más favorable que puede tardar años, y a la espera de otros liderazgos no contaminados por este ciclo.
Cómo todos sabemos, el ciclo se juega en las elecciones andaluzas del próximo junio de 2026, si no cae el gobierno central antes y pidiendo disculpas a las elecciones en Castilla y León que seguramente sean poco sorprendentes en sus resultados. La gran autonomía del Sur lleva gobernada 8 años por las derechas. En estos años han degradado a pasos agigantados los grandes logros de la autonomía; el Estado del Bienestar, el autogobierno y una cierta movilidad social.
El PP-A no tiene ningún proyecto para enfrentar los grandes retos del siglo XXI: ninguna política ecologista para paliar el cambio climático, sigue apostando por modelos de desarrollo obsoletos (ladrillo, turismo, etc.), no tiene ninguna política para aliviar la crisis de la vivienda, ni pretende solucionar la degradación de los servicios públicos que ellos mismos están ejecutando, tampoco persiguen el pleno empleo, etc. Además, alcanzará pactos con VOX y les comprará parte de su marco ideológico si es necesario, como hizo en la primera legislatura o cómo está haciendo en ayuntamientos donde dependen de la fuerza ultra. Otros cuatro años de gobierno son otros cuatro años perdidos para acometer las reformas estructurales necesarias, y cuatro años más de profundización de políticas neoliberales y clasistas, y en algunos casos corruptas.
Ese es el principio de realidad con el que nos encontramos. Un panorama internacional adverso, una situación compleja a nivel nacional, una derecha usando todos los resortes para tirar al gobierno, una derecha meridional que las únicas diferencias que tiene con Ayuso son de estilo, y unas fuerzas de izquierdas en una situación de parálisis y de fragmentación. La Ley D’Hondt y la circunscripción provincial regalaría otra mayoría absoluta al PP si la izquierda se presenta dividida en más de dos listas electorales. Sería como entregarse sin luchar.
Es vital que en Andalucía demos una lección al resto del Estado de madurez política. No hay una maldición bíblica que diga que nuestro espacio político está condenado a desaparecer o sea una parodia de la Vida de Brian. Tenemos la obligación histórica de construir una candidatura unitaria única a la izquierda del PSOE. Un programa común y una reflexión sobre qué Andalucía queremos para la próxima década.
Uno tiene que recordar de vez en cuando por qué se metió en política, para qué dedicar tanto tiempo, energías, malos ratos, y dinero, a una causa que siempre es incierta y complicada. Uno se metió aquí para mejorar la vida de la gente. Para lograr que este mundo sea un lugar un poquito mejor. Para lograr construir una sociedad más humana, con una economía al servicio de la gente. Para lograr que nuestros hijos e hijas tengan un futuro. Para vivir con dignidad y libertad siendo felices porque los demás también lo son. Para huir del falso paraíso embrutecedor del consumismo desaforado. Para no caer en las redes del odio y el miedo. Para buscar la respuesta en la aurora, para exigir el pan y las rosas.
No nos podemos permitir volver a fallar a la ciudadanía andaluza. No nos podemos permitir una división larvada en otros lugares que no son nuestra tierra. Debemos lograr levantar la esperanza y la alternativa en nuestra tierra. Si no lo logramos, o no lo intentamos, la Historia no solo nos juzgará sino que no nos absolverá.
Nos hemos visto reflejados en el espejo portugués, revirtamos la situación. Manos a la obra.