Europa cruje. Las derechas avanzan, los consensos sociales se diluyen, y Bruselas —mientras juega a la geopolítica de salón— parece haber olvidado que sin derechos no hay ciudadanía. En ese contexto, nace ELA: la Alianza Europea de Izquierdas por los Pueblos y el Planeta. Un nuevo partido que no se conforma con resistir; quiere disputar el relato, el poder y el sentido de la historia.
El acto fundacional tendrá lugar en Oporto, pero la semilla viene de lejos: del 15M, de Nuit Debout, del municipalismo rebelde, de las huelgas climáticas y feministas. Viene del cansancio de los pueblos que no caben en esta Europa neoliberal, militarizada y rendida al poder corporativo. ELA es el intento de tejer otra genealogía: ni nostálgica ni tecnocrática. Popular. Anticapitalista. Viva.
Entre sus impulsores están Podemos, La France Insoumise, Bloco de Esquerda o Vänsterpartiet. Partidos heridos, sí, pero no vencidos. En muchos casos, arrinconados por las propias instituciones a las que pretendieron transformar. Pero aquí siguen. Con una convicción que no se fabrica en los despachos ni se mide en encuestas.
ELA no nace para administrar, sino para agitar. Su primera propuesta es clara: una iniciativa ciudadana europea que obligue a condicionar los acuerdos comerciales de la UE al respeto de los derechos humanos. Una línea roja en tiempos de genocidio televisado en Palestina, ante una Unión que prefiere mirar a otro lado con la excusa de que no puede molestar a sus socios estratégicos. No basta con denunciar: hay que accionar.
El nuevo partido también tendrá su propia fundación, lo que apunta a una estrategia más seria de formación política, producción de pensamiento y autonomía financiera. Porque sin músculo cultural, las izquierdas se convierten en eco hueco de sí mismas.
Pero ELA no lo tendrá fácil. Tendrá que convivir —y probablemente chocar— con el Partido de la Izquierda Europea, esa vieja casa donde conviven reformistas desorientados y críticos sin brújula. Tendrá que aprender a sumar sin diluirse. A construir sin reproducir los errores que arrastramos en nuestras propias trincheras: caudillismos, elitismos, sectarismos.
En Oporto, Irene Montero hablaba de internacional antifascista. Ione Belarra, de reconstruir una izquierda que no renuncie ni al feminismo ni a la justicia social ni a la paz. Y mientras tanto, nosotras miramos. No como espectadoras, sino como sujetas políticas que buscan un lugar donde hacer, no solo donde votar.
¿Será ELA ese espacio? ¿Un nuevo intento más o el principio de algo necesario?
Quizá aún es pronto para responder. Pero es buen momento para sembrar. Y seguir diciendo, alto y claro, que otra Europa es posible. Y la queremos feminista, descolonial, justa y viva.
ELA se arma en Oporto
El primer congreso de este nuevo partido, la Alianza Europea de Izquierdas por los Pueblos y el Planeta (ELA), se celebrará los días 13 y 14 de junio en Oporto con un objetivo claro: constituirse formalmente como nuevo partido político europeo, elegir su liderazgo compartido y aprobar su estructura organizativa y su hoja de ruta. No se trata solo de un acto simbólico, sino de una declaración de intenciones frente al modelo de Unión Europea que las fuerzas fundadoras de ELA consideran neoliberal, autoritaria y cómplice del genocidio en Palestina.
Durante la mañana del viernes, los partidos miembros de ELA —Podemos, La France Insoumise, Bloco de Esquerda, Vänsterpartiet, Vasemmistoliitto, Enhedslisten y Razem— celebran la asamblea fundacional a puerta cerrada, donde votan los estatutos y el modelo de co-presidencia. El objetivo: dotarse de un marco estable que les permita coordinar políticamente su acción institucional, electoral, formativa y ciudadana a escala europea.
Por la tarde y el sábado, se abre el espacio público. En el emblemático edificio de la Alfândega do Porto, se suceden paneles con participación de referentes de los partidos fundadores y representantes de movimientos internacionales, fundaciones, sindicatos y organizaciones sociales. Las mesas combinan discursos políticos con ejes temáticos: feminismo, transición ecológica justa, política migratoria con derechos, redistribución de la riqueza, cultura de paz y autodeterminación.
Entre los nombres destacados figuran Ione Belarra, Irene Montero, María Teresa Pérez (Podemos), Mariana Mortagua (Bloco), Manuel Bompard (LFI), Nooshi Dadgostar (Suecia), Minja Koskela (Finlandia), y representantes de Razem y Enhedslisten. La pluralidad política y territorial es uno de los pilares de esta alianza, que busca ser referencia de una izquierda transformadora con vocación europea pero anclaje popular y municipalista.
Uno de los principales anuncios es el lanzamiento de una Iniciativa Ciudadana Europea que exige condicionar todos los acuerdos comerciales y bilaterales de la UE al cumplimiento de los derechos humanos, con mención explícita a la situación en Palestina. Esta será una de las primeras acciones públicas de la nueva organización, que también pondrá en marcha una fundación política y cultural para sostener su proyecto a largo plazo.
ELA no pretende sustituir al Partido de la Izquierda Europea (PIE), aunque sí marcar un rumbo distinto: más combativo, ecosocialista, feminista y anticapitalista. La convivencia entre ambas estructuras será uno de los retos estratégicos del nuevo espacio. La diferencia no es solo organizativa, sino ideológica y metodológica.
Con este congreso, ELA aspira a consolidarse como alternativa al actual rumbo de la Unión Europea y como punto de referencia para fuerzas políticas que, desde el sur, el este y el norte del continente, buscan una coordinación que combine acción institucional, movilización social y proyecto de país a escala europea.