Este sábado, las camareras de piso han tomado las calles de Granada para gritar lo que muchos hoteles intentan silenciar: que sin ellas no hay turismo, no hay riqueza, no hay Granada.
La movilización, convocada por la Coordinación Sindical de Trabajadoras/es de Andalucía (CSTA) y la plataforma Kellys Granada, ha sido un éxito rotundo, arropada por numerosos colectivos y vecinas que no están dispuestas a mirar hacia otro lado.
Las trabajadoras exigen algo tan básico como justo: que se les aplique el convenio de hostelería y no el de limpieza —una trampa legal que muchos hoteles utilizan para explotar aún más su trabajo—. Pero no se quedan ahí. Reclaman:
- Cumplimiento del convenio, respeto a sus derechos y salarios legales
- Jubilación anticipada sin penalización a los 60 años
- Subidas salariales acordes al coste de la vida
- Prohibición de externalizar sus puestos en los hoteles
Y mientras ellas lo dan todo, las cifras cantan: el turismo en Granada crece sin parar. Las pernoctaciones han aumentado un 54 % desde 2019, y cadenas como Barceló o Eurostars se embolsan beneficios millonarios. Solo en el último año, las habitaciones subieron un 11,7 %, pero los sueldos de las camareras apenas un 12,7 %… ¡en tres años! Todo mientras el coste de la vida en la ciudad se dispara un 19,4 %.

Son el pilar invisible de la industria hotelera. Mujeres que sostienen con su cuerpo y su esfuerzo el negocio de otros. Que cargan con enfermedades laborales y ritmos de trabajo abusivos. Que apenas se pueden jubilar dignamente —solo un 5 % lo consigue antes de la edad legal, aunque tengan patologías directamente ligadas a su oficio—.
Porque no se trata solo de precariedad. Se trata de machismo estructural. Estamos hablando de un sector ultrafeminizado, maltratado por un sistema que exprime hasta la última toalla limpia y luego se desentiende.
La protesta ha contado además con el respaldo del mundo de la cultura, que ha lanzado un manifiesto público de apoyo. Entre las firmantes se encuentran figuras como Manuel Gerena, Lucía Socan, Amaranda Cano, Antonio Manuel, Ana Alvarado, Manuel Chamorro o Irene Zugasti.
La CSTA, que ya tiene presencia sindical en más de diez grandes hoteles de la ciudad, lo deja claro: no van a parar. Las Kellys han hablado. Y esta vez, se va a escuchar.