De cuando un animal te hace mejor persona
Durante la estancia de Blas Infante —Hijo Predilecto de Casares— como notario en el municipio de Isla Cristina, comparten vivencias él y los suyos con un zorro. Fruto de aquella complicidad entre el andalucista y el animal, será el cuento animalista e intimista Don Dimas. (Historia de zorros y de hombres) editado por la Fundación Centro de Estudios Andaluces en 2024. Hasta ahora, el manuscrito inédito no pasaba de ser unas cuartillas de su propia letra, pero, recientemente, un trabajo de transcripción y análisis de dicha obra, ha revelado la rica espiritualidad del nombrado Padre de la Patria Andaluza, tanto por el Parlamento de Andalucía como por el Congreso de los Diputados.
El texto nos abre las puertas para acceder a su espiritualidad. A la particular y holística filosofía de Infante, interpretada como una unidad e interdependencia entre todos los seres vivos. La narración es así todo un ejercicio introspectivo para el autor el año donde se redacta (1927) y, a su vez, se traduce en una hoja de ruta para un cambio interno donde la existencia de hombres y mujeres, no debe ser un primario tránsito adaptativo, bien reproductivo o de mera subsistencia instintiva. Una invitación para descubrir el mundo interior del andalucista, motivado por las vivencias que le despierta aquel zorro que doméstica en su hogar. Todo un ejemplo de transformación constante y consciente, de manera que suponga una actitud vital para el desarrollo, la felicidad y el progreso solidario entre personas.
La historia de zorro Dimas, así, se convierte en algo más que un simple cuento o una parábola animalista. Estamos ante una fábula llena de valores actuales que cotizan la humanidad del andalucista. Su lectura es una alabanza a la necesidad y la inmortalidad de bondadosas acciones humanas en un mundo donde los seres de «dos piernas», representan un elemento más y no por ello superior en la naturaleza. Un nuevo enfoque de Infante, como visionario del ecologismo, ambientalismo y en la defensa de los derechos de todos los seres vivos. Una invitación al respeto entre animales sintientes y a la ayuda mutua entre ellos.
La obra se convierte en una herramienta para el desarrollo personal: una defensa capital del amor y la libertad, interpretadas como un sentido ético ante una «Vida» cultivada desde el mundo interior, superadora de un simple recorrido vegetativo de años. Tras la dualidad emocional entre la protección del zorro una vez domesticado y amado o su suelta para que sea libre y desarrolle los instintos propios de su especie, se dibuja un canto al amor como práctica natural de la libertad. Es la obra más sentimental de un Infante que trata al zorro Dimas como su niño: que le hace incluso llorar. Que sea Infante un adelantado para su época por ese ecologismo que reclama y desde esa unidad, igualdad y libertad que también exige para con todos los seres vivos, nos revela un interesante y novedoso perfil cercano a una sensibilidad que hoy vivimos. El amor hacia Dimas le desarma y le hace más humano.
El cuento invita a un cambio de pensamiento y confort para que el paso del tiempo no sea monótono ni tedioso. Una herramienta para la autorrealización, la plenitud humana y social. Eso sí, ejemplarizada siempre en la íntima experiencia de Infante y su zorro adoptivo. Una enseñanza de vida para caminar hacia la felicidad, la plenitud y el crecimiento en lugar de obstaculizarlo como a menudo ocurre; una sugerente invitación al diálogo interior, a escuchar la voz de la conciencia y a observar las leyes del crecimiento, ya que solo de ahí nace la bondad y el amor cualquiera sea la creencia ideológica o religiosa de cada persona. Para Blas Infante, ese despertar al amor hacia los animales y la vida nos hace más humanos. Es más, sin esa espiritualidad consecuente que nace de nuestro mundo interior, es imposible llegar a tener conciencia de pueblo y clase. Su «nacionalismo internacionalista» nos hace, antes que nada, más coherentes y solidarios con lo que nos rodea. Sólo desde ahí es posible su andalucismo consciente.