Hay decisiones que no se entienden ni desde la aritmética ni desde la ética. Pero IU ha tomado una: prefiere entregarse a un artefacto político llamado Movimiento Sumar —algo así como un archivo zip lleno de marketing y cargos sin base militante— antes que sentarse a negociar con Podemos, con quienes aún comparte votantes, historia y, ay, demasiados silencios incómodos.
Lo de ahora no es política. Es contabilidad. Es conservar un despacho con sello ministerial a cambio de convertir a Andalucía en un territorio subsidiario. Y lo han hecho sin esperar respuesta. Porque sabían la respuesta. Y porque no la querían escuchar.
El titular lo decía claro: «IU y Movimiento Sumar comienzan a trabajar sin Podemos para reeditar la vía Por Andalucía» (Europa Press, 1 de julio de 2025). Lo que no decía era la traducción simultánea: «IU y Movimiento Sumar asumen que Andalucía no importa mientras no peligre un sillón en el Consejo de Ministros».
Pocas veces se ha visto una renuncia tan explícita al territorio como la de IU Andalucía. Una organización que otrora aspiraba a construir poder popular desde abajo ahora prefiere hacerle de corista a un partido sin infraestructura, sin cuadros, sin círculos, sin andamios. Sin Andalucía. Movimiento Sumar no existe aquí, más allá del membrete. Pero eso da igual, porque lo importante —para ellos— es que exista en Madrid.
Y mientras tanto, la realidad de Andalucía no espera. Porque aquí no se vive de ruedas de prensa ni de sellos institucionales. Aquí se vive, o se sobrevive, en hospitales saturados y aulas prefabricadas, en comarcas con trenes que no pasan y pueblos que se vacían.
Aquí, IU debería estar peleando por:
- Un sistema público de salud que no derive a la privada por defecto.
- Una educación sin barracones ni ratios vergonzosas.
- Un modelo productivo que no dependa del turismo depredador ni del monocultivo.
- Una transición ecológica que no expulse a la clase trabajadora del medio rural.
- Una fiscalidad justa que deje de premiar al rentista y castigar al jornalero.
Pero para todo eso hace falta organización. Hace falta fuerza política de verdad. Y Movimiento Sumar no la tiene. Nunca la tuvo. Lo que sí tiene es un relato centralista envuelto en celofán progre. Y eso, para IU, al parecer, es suficiente. La consecuencia directa de esta huida hacia delante es obvia: si hay tres papeletas de la izquierda (IU con Sumar, Podemos con quien quiera caminar y Adelante con su enésima reinvención), Juan Manuel Moreno Bonilla solo tiene que sentarse a esperar. Tendrá alfombra roja hacia la reelección. Una vez más.
Y lo peor no es el error. Lo peor es que es deliberado.
Podemos no está fuera de la foto por casualidad. Está fuera porque molesta. Porque tiene propuestas que no caben en los consensos tranquilos del PSOE y su satélite. Porque cuestiona la estabilidad de un Gobierno progresista que no regula el alquiler, que no deroga la Ley Mordaza, que hace contorsionismo fiscal para no tocar los privilegios de siempre. Podemos sobra porque quiere cambiar las cosas.
E IU ha decidido que, al menos por ahora, eso no toca. Que mejor sostener lo que hay. Aunque lo que haya sea vacío. Y así, lo que debería ser una confluencia al servicio de Andalucía se convierte en una estructura al servicio de Madrid. A cambio de un ministerio sin competencias reales, IU entrega su autonomía, su base, su alma. A cambio de estar dentro, deja fuera a la mayoría.
Luego llorarán por la abstención. Pero no hay abstención más grande que la suya: la de abstenerse de defender esta tierra.