No está equivocado, porque información ya dispone de toda la necesaria. Por lo tanto no se puede pensar en el error. El horror de terminar con Doñana y mucho más que Doñana: no se puede calificar de error cuando ya se conocen las consecuencias gravísimas de su desecación, para la vida humana. No es error, es mala fe, con toda indignidad está sacrificando Huelva, Cádiz, Sevilla y a toda Andalucía. Y toda Europa, equivocando adrede a los agricultores con el fin de arañar algunos votos en la zona. Decirlo es denunciarlo públicamente, no insultarlo. Por decir la verdad, aunque pueda doler, nadie debe sentirse insultado. Él sí insulta cada día la inteligencia de todos los andaluces, con su rebuscada y falsa inocencia, planteando una lucha con el gobierno central por un agua que no existe y unos trasvases imposibles, porque no se puede trasvasar el agua que no hay. Si quiere alternativas a su demagógico y destructivo plan, que empiece por desmontar los drenajes que llevan el agua a la estación de bombeo y la propia estación, para devolverle el agua superficial a la marisma cuando llueva algo.
Moreno no ha heredado un problema, está creando más de uno con su obsesión en busca de votos al precio que sea. Sus promesas imposibles sólo pueden engañar a algunos y dañar a todos. Tendrá que asegurar la existencia de agua antes de ampliar cultivos, como de forma irresponsable ha prometido. Y que tenga en cuenta: la nobleza española residente en Madrid y las multinacionales, propietarias de amplias fincas junto a Doñana, o las empresas beneficiadas por arrancar olivos para mantener el negocio de las eléctricas no le podrán votar. Qué más quisiera él. Le podrán dar otras cosas, lo que sea, mejor no pensarlo. Pero no su voto. Simplemente, porque no están censados en Andalucía. Todos quisiéramos la mayor cantidad de producción, posible no sólo agrícola. Pero también queremos la existencia de empresas andaluzas que lo exploten y comercialicen, buenos canales de distribución. Y agua suficiente para mantenerlo, aunque esto ya no está en nuestras manos ni en las del Gobierno ni en las de la Junta. Legalizar los pozos del Condado de Niebla no es ninguna solución. No se trata de «discutir» (en su lenguaje, en realidad aceptar) su «solución» que no es solución porque la sobreexplotación del acuífero lleva a la salinización (como ya ha ocurrido cerca de Granada) y en ese momento se perderá Doñana y con el Parque se perderán todos los cultivos de la zona.
Y envenenar el Guadalquivir arrojándole millones de kilos de desechos altamente contaminantes, es incidir en asesinar Doñana. Pero no solamente Doñana: las riberas del río, como mínimo desde Sevilla hasta el golfo de Cádiz. Y todos los cultivos vecinos, entre ellos fresa y arrozal, el más importante de Europa. Pero eso a él no le importa, claro, él no vive en ninguna de las poblaciones vecinas. Sí debe importarle a Europa, porque aunque él no lo crea o lo disimule, si la contaminación se extiende río arriba. Y puede llegar y superar a Málaga. A él eso no le preocupa, para entonces no estará vivo. O se lo pueden haber comido los mosquitos antes de tiempo. A Europa debe importarle, porque en la salvación de Doñana y del Guadalquivir, que filtra su agua hacia las dos orillas, está también la salvación de Europa. En Europa ya lo saben. El daño será para todos, no sólo para «los de izquierda», la multinacional fascista también debe enterarse. Si hay algunas empresas agrícolas egoístas a quienes ese futuro no les importa en nombre de un efímero beneficio inmediato, a los andaluces, a todos, y a todos los europeos, sí nos debe preocupar, y mucho. Una parte de la solución sería gastar menos agua y utilizar goteo en vez de aspersión, por ejemplo. Pero la definitiva es cortar de raíz el vaciado de metales pesados, antes que sea irreversible e impedir que se siga extrayendo agua del acuífero. Antes de que la única diferencia entre el Tinto y el Guadalquivir sea el caudal. Y otra es promocionar el uso de energía solar en domicilios particulares, comunidades y naves industriales, aunque de esa forma merme un poco el beneficio de las eléctricas.
Se ha perdido la última cosecha de arroz, pero Moreno no ha abierto la boca porque se ha centrado en arañar votos en El Condado de Niebla para hacer creer a la gente que le preocupa la economía de Andalucía y juega a enredar y entretener. Y de camino, beneficiar a sus admirados de la nobleza y de las multinacionales. Pero, ¿a quién culpará cuando el manantial se seque, o se salinice o se contamine contagiado por los metales pesados arrojados al río y se pierdan definitivamente todos los campos de fresa? El porvenir de los cultivos vecinos está íntimamente ligado al de Doñana, porque comparten el mismo acuífero. La única solución seria está en buscar para los cultivos una fuente distinta de los pozos que quiere legalizar. Moreno culpa a los demás de su imposibilidad para hacer milagros. Cuando los enemigos de Doñana y de Cádiz, Huelva y Sevilla como Moreno, consigan acabar con la vida en el Parque, acabarán también con todos los cultivos de la zona. Estamos avisados. Recuérdese.
Seguramente juega de la forma en que está jugando porque pensará que, cuando eso ocurra, él ya estará dónde nadie pueda pedirle cuentas. Doblemente lamentable. No por él, por no poder pedirle cuentas.