Si alguno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América (USA), hubiera sospechado que un individuo que reúne todas las características que tanto rechazaban ellos cuando fundaron un país para albergar a personas dignas, trabajadoras y honradas, iba a ocupar el más alto rango de EE.UU., casi con toda seguridad, habría puesto los mecanismos para que un zafio semianalfabeto, tan hortera como para firmar un documento oficial con rotulador, (lo que da idea del nivel cultural del individuo), mal educado y sin ética ni moral, para más INRI condenado por tribunales de su país, no tuviera posibilidad de representar a todos los ciudadanos de EE.UU. del norte de América y decidir por ellos.
Como se puede entender, no es muy del agrado del que suscribe esta página el actual presidente usaco, a pesar de su flequillo cardado y del pelo teñido. Y no por nada personal, sino sencillamente porque ha hecho todos los «méritos» (¡y, desgraciadamente, lo que te rondaré morena!) para hacerse acreedor de mis «simpatías» y, posiblemente, de las de muchos ciudadanos que tienen la cabeza sobre los hombros.
He ido dejando pasar un poco el tiempo para ver si el electo presidente de EE.UU. rectificaba y dejaba de cometer tropelías, barbaridades, atropellos y, vergonzosamente, de tomar venganza sobre personas inocentes que han cometido el «delito» de cumplir con su obligación. He estado esperando vanamente, tengo que reconocerlo, que dejase de intentar humillar a los débiles, que no se cumplieran los pronósticos que muchos analistas internacionales habían hecho y que no adoptara medidas para pisotear los derechos de los ciudadanos del mundo. Infructuosas esperanzas las mías, y creo que también las de todas las personas con algo de claridad en sus ideas y de dignidad en sus comportamientos. Trump, una tras otra, ha ido poniendo sobre el tapete, cual tahúr taimado, las cartas marcadas con las que pretende ganar, sin el mínimo atisbo de dignidad, una partida en la que juega con la ventaja de un jugador tramposo. Una ventaja, eso sí, momentánea que, a largo plazo, le puede pasar una cara, carísima, factura al pueblo americano de EE.UU. de América del Norte (USA).
Tal vez, reflexionando y esforzándome por buscar alguna justificación a tan indigno y sucio comportamiento del flequilludo Presidente usano, me he preguntado si pudiera ser que Trump, sus seguidores y los que se arrodillan ante él, incluyendo a «politiquillos» de poca monta de otros países, se hayan equivocado de país, de continente y hasta de época retrocediendo nada menos que un siglo. Tal vez la miopía les haga ver borrosa la realidad y confundan caminos polvorientos con autopistas, o que les bailen las cifras de la bolsa neoyorquina y, que analistas económicos mal intencionados, cambien sus pronósticos a conciencia para sembrar confusión y llevar a la hecatombe al país.
Quizás, en su torpeza, el tal Trump (la mala aliteración es intencionada) pretenda llegar a un armisticio comercial con China, para no perder mercado, usando como intermediario a Putin… o no se ha enterado de que Rusia y China son amigos desde hace muchos años… o simplemente es una consecuencia de su idiotez. Buscar ayuda en Putin es cuando menos tan temerario, como dormir en la cama de tu enemigo, usando el símil cinematográfico.
Que Trump es un tipo listo no lo duda nadie, aunque eso sí, su inteligencia habría que ponerla en cuarentena. De lo que no hay ninguna duda es de que le importa tres leches los ciudadanos de su país y tan solo busca satisfacer sus intereses y los de los oligarcas que le rodean.
¿No es temerario, además de vomitivo, plantear una ratonera en Gaza? Una de dos o se es totalmente imbécil, o es tan temerario que es incapaz de evaluar los riesgos. Y no es que los yanquis sean ratones, cada cual que los valore como crea conveniente, pero Gaza puede ser una trampa. Parece que, en su analfabeta ignorancia, Trump olvida la reciente historia de su país en Vietnam, Corea, Siria, Afganistán…
Trump parece no darse cuenta de que EE.UU. es uno de los países que, a nivel mundial, genera más rechazo. Y eso, puede llevarle a ser bloqueado por el resto de países simplemente con que se pongan de acuerdo telefónicamente algunos mandatarios de esas naciones.
Da la impresión de que son los estertores de la agonía de un imperio con los pies de barro. El peligro es que una serpiente venenosa rodada por fuego, siempre muere matando.
Postdata: queda pendiente el compromiso de hablar sobre togas ribeteadas de puñetas