Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales
¡¡¡LEY!!! Que bien suena que exista una ley que proteja y cuide a nuestros compañeros de planeta. Cuanta gente buena, empática, generosa y peleona hay detrás de esta ley tan necesaria.
Las voluntarias del método CER. —(Captura, Esterilización y Retorno) es el único método ético y efectivo para el control poblacional de las colonias felinas— son en su mayoría mujeres, son gente muy normal, viven y trabajan discretamente, apenas se notan que están ahí, pero si nos fijamos bien, las veremos por la noche cargadas con sacos de pienso, garrafas de agua, transportines y jaulas, las oiremos susurrar en medio de las ciudades llamando a los gatos de «su colonia» para servirles su comida, o hacer una captura para esterilizar, curar o atender necesidades, y también a veces las veremos llorar por impotencia o pérdidas que solo ellas conocen. Estas buenas personas, más allá de los calificativos que se les suelen adjudicar, son ejemplo de generosidad y entrega al bien común, aportan su tiempo, su fuerza y su dinero en realizar las funciones que según la ley corresponden a las administraciones públicas, en su mayoría ayuntamientos. Debe ir para este colectivo todo nuestro reconocimiento y agradecimiento a su labor.
La ley hay que cumplirla, y las administraciones públicas deben hacerlas cumplir y ser ejemplo de su cumplimiento, pero la mayoría de ayuntamientos, al menos en Andalucía, «pasan» de su existencia y ejecución.
En un mundo hostil con todos los seres vivos, donde el egoísmo, la avaricia, la depredación del entorno, el mercantilismo, el antropocentrismo y la ceguera de quienes piensan que el planeta es una mera fuente de recursos actual y explotable, de quienes piensan que esta generación es propietaria de todo, negando su derecho a las generaciones futuras, también hay quien piensa en los otros, en los que vendrán después de nosotros, en los otros que también son seres vivos y no entienden de nuestras leyes, de nuestra avaricia, de nuestro egoísmo, ni saben de cosas tan artificiales como el dinero, y esa gente buena, intenta dar voz a los que no la tienen.
La humanidad en nuestros días no es humana, ni siquiera consigo misma, pero siempre queda «una aldea gala que resiste»; quizá no sean visibles, quizá no se les tenga mucho en cuenta porque nadie sabe que representan la esperanza. Nadie las ve, solo en contadas ocasiones sacan pancartas y gritan de dolor por los que no pueden defenderse de la voracidad humana, pero están ahí, como un ejército acuartelado, haciéndose fuertes, reclutando todos los días a más personas sensibles y justas, formándose, trabajando, vigilando y sobre todo avanzando, convenciendo, ayudando a quienes las necesitan.
Se empieza ayudando a un gato y se acaba siendo animalista, lo mismo que se empieza amando a la naturaleza y se acaba siendo ecologista, se empieza amando a nuestros retoños y, por tanto, buscando dejarles en herencia un mundo mejor, por eso creo firmemente que ese ejército de gente buena, de animalistas y ecologistas son la semilla del cambio de nuestra sociedad y nuestro mundo, porque en este tiempo de cambios se libra una guerra por la supervivencia, no solo del ser humano, sino de la vida en la tierra y el futuro, si lo hay, será animalista o no será.
Muchísimas gracias Carmen por darle voz a los que nada tienen, a los que a pesar de haber ley están desamparados porque los ayuntamientos prefieren ir dando largas, seguir engañando a las voluntarias y voluntarios, seguir dejando que sus economías, vidas y hasta salud mental se vayan deteriorando todo por no hacer lo que tiene que hacer, que es cumplir la ley. Gracias por visibilizar un problema doloroso que pasa desaparecido la mayoría de las veces y las que no, se voltea en contra de quienes intentamos evitar ese sufrimiento, que es vivir en la calle, sin protección y a merced de cualquier desalmado o de cualquier ayuntamiento que no cumple la ley.
Año tras año volvemos a llenar el tarro de la esperanza y año tras año los ayuntamientos nos decepcionan, dejando que mueran esos inocentes felinos en el anonimato y las sombras.
Basta ya de que quien tiene la misma obligación de cumplir la ley, no lo haga aún cuando deberían ser los primeros en hacerlo para poner ejemplo.
Los gatos de nadie son gatos de todos y tienen una ley que los protege.