Estamos ante otro Primero de Mayo, día internacional de la clase obrera, en el que el pueblo trabajador andaluz tiene mucho que reivindicar y poco que celebrar. En primer lugar, continuamos sin disponer de una herramienta sindical de ámbito soberanista y socialista con la suficiente fuerza y presencia en todo nuestro ámbito territorial, que permita a las trabajadoras y trabajadores andaluces hacer frente a la agresión que sufrimos desde la patronal y desde el Estado español. Frente al sindicalismo amarillo que representan CCOO, UGT, CSIF y frente a otros sindicatos que se reclaman alternativos, pero que no se ocupan ni preocupan de la realidad andaluza, es prioritario trabajar por la extensión de un sindicalismo sociopolítico que tenga claro que nuestros verdaderos enemigos son el capitalismo y la dependencia colonial andaluza.
El sistema capitalista nos promete libertad, pero nos vende cadenas, nos promete paz, pero nos condenan a muerte. Su violencia resurge para proteger sus privilegios a costa de nuestra sangre, la vida que nos explotan y el tiempo que nos roban. El capitalismo en que vivimos no se puede reformar. El llamado estado del bienestar que se disfrutó en el llamado Occidente no va a volver. Ya no es posible. El mundo camina, y en muchos lugares, es ya una realidad, hacia el caos y la barbarie, incluso hasta la posible extinción de vida humana en el planeta. Por eso, no hay alternativa posible, que no sea la de erradicar el sistema capitalista y caminar hacia el socialismo. Todo para la clase obrera, porque no hay futuro sin un nosotros. Nosotras producimos, nosotras decidimos.
La dependencia política, cultural y económica de Andalucía respecto al Estado español, la UE y EEUU es más que evidente. Andalucía es una figura destacada en cuanto a los índices de pobreza, exclusión, desempleo, precariedad laboral, etc. Este sistema capitalista, enemigo de la clase trabajadora mundial, es especialmente nefasto para nuestro país andaluz. Somos una colonia interior del Estado español, tenemos una potencial agrícola, ganadero, pesquero y minero, pero apenas poseemos industria y cuyos productos son transformados y envasados fuera de Andalucía con la consiguiente pérdida de valor añadido. El 50% de nuestra tierra es propiedad del 2% de los propietarios existentes en Andalucía. Sufrimos un latifundismo que se reinventa, dejando de cultivar tierra para cobrar las subvenciones de la PAC. Y para cambiar esto, tenemos que aspirar a ser dueños de nuestra tierra y poder decidir por nosotros mismos. Y a nivel más concreto necesitamos un marco andaluz de relaciones laborales propio que nos permita tener una legislación laboral que convenga a las necesidades y características propias de Andalucía, con un sistema de contratación, de prestaciones económicas por desempleo, de régimen de sanciones a las empresas, una normativa propia en prevención de accidentes laborales, etc., acorde a la situación específica de nuestra nación.
Y este Primero de Mayo es también muy necesario que la clase obrera andaluza pongamos en primer lugar de nuestras reivindicaciones la lucha antiimperialista. Las oligarquías occidentales nos llevan al borde de un precipicio, al borde de la catástrofe. Andalucía es la zona más militarizada de toda la Península y a nuestra juventud la querrán utilizar como carne de cañón para sus guerras de rapiña. El gobierno de Madrid, ese que se autodenomina progresista, acaba de destinar 10 472 millones de euros para armamento. Los planes belicistas de la UE y la OTAN tendrán nefastas consecuencias sobre nuestras condiciones de vida. Se inventan un enemigo ficticio, en este caso Rusia, para justificar la transferencia de enormes cantidades de dinero público a las empresas armamentísticas privadas. Y ese dinero, como ya dijo claramente el Secretario General de la mayor organización terrorista del mundo, la OTAN, saldrá de los recortes en pensiones y servicios públicos. Es un robo de dinero a la clase trabajadora, que en vez de ir destinado a fines sociales se les va a regalar a las grandes industrias armamentísticas, a los fondos de inversiones y a la banca. Por todo ello, somos la clase obrera la más interesada en luchar por la paz y contra el imperialismo. Y por supuesto, la condena del genocidio sionista y la reivindicación de una Palestina Libre desde el río hasta el mar, tienen que estar presentes siempre en nuestras movilizaciones obreras.
Los problemas que padecemos la clase trabajadora andaluza empezaran a resolverse cuando seamos capaces de gobernarnos por nosotros mismos construyendo una República Andaluza de Trabajadoras, independiente del Estado español y la UE y que permita que la tierra y las fábricas estén bajo el control de quienes las trabajamos. Una Andalucía libre y socialista en un mundo libre con derechos para todas, con salarios y pensiones dignas, en el camino de acabar con el trabajo asalariado. Una Andalucía libre en una sociedad libre de guerras imperialistas.