Había en los tiempos del TBO, (para los jóvenes que no lo recuerden o no lo hayan conocido, TBO era una publicación juvenil que trataba de hacer pasar el rato a los niños y, a la vez, enseñarles algunos valores) un personaje que al firmante de estas letras, le causaba auténtica repulsa. Se trataba de un pelota de oficina que siempre daba la razón el jefe, el típico alpargata o rastrero como se denomina popularmente. Esa es la imagen que ha venido a mi mente cuando he visto al Sr. Mark Rutte con Trump. Es increíble ver como todo un Secretario General de la OTAN, que llegó a ser presidente de los Países Bajos, se arrastra, balbucea y besa la mano haciendo una genuflexión del emperador usaco.
No, no vamos a entrar en la sarta de insultos que vemos a diario, como táctica desesperada, en una parte del Parlamento español que se atreve a negar la legitimidad de un Gobierno y tiene la desfachatez y el atrevimiento, de acusar de manipulación a los que no coinciden con sus planteamientos, ni con sus ansias desaforadas por arrebatar el poder a cualquier precio. No se puede, ni se debe, dudar de la legitimidad, de la limpieza y de la seguridad de nuestro sistema electoral, ni por supuesto de la validez de los votos emitidos por los ciudadanos españoles. Eso sí, cuando esos votos han sido favorables a sus siglas, España es una democracia, pero cuando los ciudadanos les dan la espalda, estamos en un país que vive en la ilegalidad o en la anomalía democrática. Evidentemente, piensan que los ciudadanos somos tontos o analfabetos, y como se dice en mi pueblo: aquí el más tonto hace un reloj.
Pero vayamos al meollo de la cuestión de hoy: la actitud del Secretario General de la OTAN, el tal Mark Rutte con el Presidente de los EE. UU.
Es vergonzoso para cualquier europeo que alguien que debiera defender la dignidad de nuestro continente, se dedique a pelotear a una persona como Trump, que no tiene respeto por nada ni nadie que no coincida con sus posiciones. No vamos a descubrir aquí la soberbia, la chulería, el despotismo, la actitud de tirano y el matonismo de este yanqui, de ascendencia anglosajona, al que sólo falta escupir al que tiene en frente cuando le planta cara y se atreve a diferir, sin rodeos, de sus exigencias.
Ha caído bajo, muy bajo el Sr. Rutte. Simplemente con babear ante el poderoso, acudir a la lisonja más rastrera, bajarse los pantalones y aplaudir sus maniobras torticeras para pisotear los derechos humanos, siempre de los débiles, no se hacen méritos para ser respetados por cualquier persona con dignidad. Y él, el Sr. Mark Rutte, se ha arrastrado ante el emperador de EE. UU. Un emperador, por cierto que con los poderosos, ejemplo China, ha bajado el tono y ha rebajado sus exigencias, mostrando sus repugnantes glúteos y su cómico flequillo un tanto desvaído de color.
El Emperador, a pesar de su poder, no siempre tiene la razón. Y no es ético plegarse porque sí, porque se pretenda sacar tajada, ante el poderoso, mucho menos cuando ese tirano no está en el camino de la justicia, cuando falta el respeto a la soberanía de los países, cuando pisotea los derechos humanos y las vidas en Palestina, Irán… y cuando su país, EE. UU., ha promocionado golpes de Estado en Chile, Cuba, Bolivia, Venezuela, Argentina, Perú, Libia…
Recuerde Sr. Rutte, usted que es historiador, las historias de Calígula, Nerón, Hitler, Franco, Mussolini…