Hay un dicho, más o menos textual, que coloca los puntos sobre las íes: el tiempo pone a cada cual en el lugar que le corresponde. No por su brevedad, es menos cierta y sabia la sentencia.
Estamos viendo, siendo mudos testigos en la mayoría de los casos, en otros partícipes de posturas más o menos testimoniales que exigen medidas contra la barbarie, cómo un país poderoso, amparado por la complicidad del emperador Trump y los banqueros de Wall Street, dedica todos sus esfuerzos, sin remilgos selectivos, a barrer del mapa a todo un pueblo. Se incluyen millones de personas: niños de todas las edades, jóvenes, mayores, enfermos y sanos. A Israel le da igual; su objetivo es eliminar cualquier rastro de presencia palestina.
No tiene otro motivo la masacre que vemos día a día, impedir la entrada de ayuda humanitaria y otras medidas, para que puedan subsistir los cientos de miles de niños que, por desgracia para ellos, están aprendiendo que la muerte no discrimina y que ellos, sus hermanos o sus familiares, pueden ser víctimas de esas bombas con la estrella de David inserta en sus metálicas y mortíferas cabezas o de la muerte por inanición a la que son condenados. ¿Las razones de esas muertes?: sencillamente no ser judíos.
Eso sí, Netanyahu podrá escribir unas memorias innovadoras, al más puro estilo hitleriano, explicando como Israel financió a Hamás para dividir a los palestinos para conseguir convertirlos en testimonio histórico inexistente. El argumento de la defensa del pueblo de Israel contra los terroristas, se le ha caído por su base al mandatario judío. Ya no vale eso de que los de Hamás son terroristas; ellos, los israelitas, fueron sus inventores y sus financiadores. Por tanto, los israelitas son los culpables de la existencia del terrorismo en Palestina. Así de simple y así de rotundo. Aunque no es nueva esa «política». Es lo mismo que hizo EE.UU. con los talibanes, con las guerrillas sirias y en otros casos más. Será que Netanyahu es un buen discípulo del Imperio yanki y de su filosofía de la vida… o de la muerte.
Al gobierno israelita le surge un problema, a este gobierno actual y, posiblemente, a los futuros gobiernos de Israel: Ya no pueden exigir para el pueblo judío reparación moral, ni económica, ni social, ni histórica, por el holocausto nazi. Ellos están haciendo lo mismo con los palestinos: un segundo holocausto, tan cruel y premeditado como el de los nazis.
Y aun así, tendrán el cinismo de decir que páginas como ésta, se escriben para sembrar el odio a los judíos, pura y sencillamente por antisemitismo. El tiempo, juez imparcial, juzgará este genocidio, ya que, por desgracia, la Corte Internacional no podrá hacerlo: los Trumps, Netanyahu y demás hienas carroñeras, lo evitarán.
De todas formas, la historia los llevará, a los judíos y a los trumpistas, al mismo lugar que llevó a las SS nazi y demás seguidores de Hitler. El «karma» que dirían algunos.
P.S.: ¿Qué pasa con la guerra de Ucrania? Los que pensamos desde ópticas y corazón izquierdoso, por desgracia, no valoramos todas las guerras por igual. Se podría plantear una pregunta retórica: ¿No será que Rusia goza de nuestro beneplácito por haber sido un país comunista? Deberíamos hacérnoslo ver.